larsa_
caso.
Situación de partida.
En un mercado saturado, que solo crecía a través de la innovación y el precio, Larsa contaba con unos productos que apenas habían cambiado en 80 años. Una debilidad ¿o una fortaleza?
Planteamiento estratégico.
El análisis reveló una energía social que estaba latente: la creencia de las personas en que, cuando algo es bueno de verdad, no debería cambiar. Y eso conectaba con el deseo de la gente de descomplicarse, de volver a lo sencillo, a lo natural.
La estrategia era convertir el “no cambio”, una de las mayores debilidades de la marca, en su mayor fortaleza. Hacerlo, en un contexto de crisis y de zozobra social, a través de un mensaje salvador para el target: “Las cosas buenas de la vida, siempre estarán ahí”.
Idea creativa.
Crear “la quinta de Larsa”. Personas nacidas en el mismo año que la marca, 1933, que mostraban su sabiduría y aprendizajes para concluir que las cosas buenas de la vida siempre estarán ahí.
Profundizando en este territorio, se dio paso a desconectar de todo aquello que nos impide disfrutar de lo auténtico y natural. Desconecting! fue la bandera lanzada por la marca.
También se revindicó el “no cambio”, un concepto que se enraizaba en la esencia de la marca. Desde una óptica burlona, se mostraba lo absurdo que era el cambio por el cambio. Y es que, las cosas buenas de la vida, cuanto menos cambien, mejor.